Sala de Prensa

6 marzo, 2020

La mayoría de las grandes industrias de nuestro país han adoptado planes de eficiencia energética a efectos de reducir no sólo su consumo eléctrico y crear ahorros económicos importantes, sino también con la mentalidad puesta en reducir su huella de carbono.

Desde el año 1998, cada 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética.  La fecha, escogida en la Primera Conferencia Internacional de Eficiencia Energética, busca sensibilizar a las personas sobre la necesidad de reducir el consumo energético mediante un uso razonable y sostenible de la energía.

En nuestro país, la culminación del año 2019 trajo consigo una serie de logros en materia de energía renovable, estrechamente ligados con la promoción de la eficiencia energética:  más del 99% de la energía eléctrica consumida en Costa Rica provino de fuentes de energía renovable y casi el 30% de dicha energía eléctrica fue generada por fuentes alternativas no hídricas (eólica, biomasa, geotérmica y fotovoltaica).  Los resultados no son de extrañar si tenemos en cuenta que la demanda eléctrica nacional casi no está creciendo (menos de un 1% en el 2019).

Si bien existe una gran tarea pendiente de transformación de la matriz energética nacional, a efectos de depender menos de los derivados del petróleo (todo nuestro transporte de pasajeros y transporte de mercaderías dependen de ello), tal y como se plantea en los ejes uno, dos y tres del Plan de Descarbonización promovido por el Gobierno de las República, muy pocas veces se toma en cuenta los resultados positivos que generaron las campañas de eficiencia energética que el país desplegó luego de la crisis energética de finales de los 2000.

El impacto positivo en términos de eficiencia energética no sólo se debe medir a través de la creación de regulaciones y normativa emitida en su momento por el Gobierno, que principalmente ha buscado promover la utilización de equipos con consumo de energía eficientes, sino también a la cultura industrial y comercial de este país, que ha dado pasos agigantados a efectos de reducir su consumo energético y mejorar sus procesos a efectos de tener una cultura propia de eficiencia energética.

El estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en el año 2018, con datos hasta el año 2015, mostró una serie de tendencias sumamente importantes en relación con el consumo de energía.   Después de la crisis de finales de los años 2000, y a pesar que Costa Rica retomó el rumbo de crecimiento económico, la intensidad energética (indicador utilizado para medir la tendencia general de la eficiencia energética) primaria y final muestran una tendencia a la baja importante.

Si bien el sector transporte sigue funcionando como un disparador de la intensidad energética; resulta satisfactorio observar que los otros sectores, con algunas excepciones, han colaborado en la reducción de la intensidad energética.  Todavía más interesante que el consumo de energía se redujo en el periodo 2012 an 2015 sin que disminuyera el crecimiento económico.

La mayoría de las grandes industrias de nuestro país han adoptado planes de eficiencia energética a efectos de reducir no sólo su consumo eléctrico y crear ahorros económicos importantes, sino también con la mentalidad puesta en reducir su huella de carbono.  De la misma forma, el Gobierno ha aportador su grano de arena con la implementación de normativa que busca cambiar la cultura de los costarricense, eliminando la importación de electrodomésticos y equipos que no sean eficientes desde el punto de vista energético.  Finalmente, la construcción de proyectos industriales, comerciales y habitacionales que promueven la eficiencia energética comienza a ser la norma en lugar de la excepción, obteniendo certificaciones LEED o BREEAM según sea el caso.

 

 

 

 

SOCIOS RELACIONADOS

Guillermo E. Zúñiga