Sala de Prensa

1 marzo, 2017

«Inteligencia Artificial y Justicia», tribuna de Javier López, socio de ECIJA, para Revista Byte.

Por paradójico que pueda resultar, el ser humano no acaba de tener confianza en sí mismo como instrumento para dirimir conflictos, ya que, seguramente por ser perfecto conocedor de su propia naturaleza, suele albergar recelo hacia que otro semejante vaya a ser capaz de decidir acertadamente sobre una cuestión que le afecta. Como solución mágica a este dilema se suele invocar la necesidad de implantar tecnología que unifique los criterios de decisión y limite la posibilidad de que aparezca el llamado error humano.

Seguramente el caso más popular es el que se refiere a los arbitrajes deportivos, en especial los de fútbol, que tantas disputas generan (los de mi generación recordarán el famoso gol fantasma de Michel a Brasil en el Mundial de México-86) y que ha motivado que en 2016 la F.I.F.A. haya decidido experimentar en la temporada 2017-18 con el uso del vídeo para ayudar al árbitro cuando se porfíe por goles, expulsiones, penaltis o identidad del futbolista infractor. Lo cierto es que no es una novedad, ya que otras disciplinas deportivas hacen uso de la tecnología desde hace tiempo, como el “ojo de halcón” en el tenis, el “instant replay” en el baseball, la “foto finish” en atletismo y ciclismo, los sensores de contacto en esgrima, etc.

Los tribunales de justicia no son ajenos a estas polémicas y en ocasiones se cuestiona la corrección de sus decisiones y se critica el retraso en ofrecer una solución a las partes en litigio. Y por ello, el sector tecnológico ha puesto su atención en este problema para tratar de conseguir una forma alternativa de solución de conflictos basada en software que, por definición, estaría libre de presiones y utilizaría unos criterios uniformes a la hora de tomar sus decisiones. Además, la tremenda proliferación de normas provoca que la especialización de jueces y abogados haya pasado de ser una opción a convertirse en una necesidad, ante la imposibilidad de conocer exhaustivamente el repertorio legal existente.

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