Sala de Prensa

17 febrero, 2020

Este artículo ha sido publicado por el Plan Internacional de Gobierno de Navarra. 

Remontémonos a 2011. La empresa Tencent crea una aplicación de mensajería, texto móvil y servicio de comunicación de mensajes de voz, dirigido, creado por y para el gigante asiático.

En un primer vistazo podía parecer algo similar a WhatsApp, si bien con una notable diferencia puesto que WeChat ya es calificado como All In One, o todo en uno, dado que pocas cosas se pueden hacer al margen de esta aplicación. Estamos ante una aplicación multipropósito que ofrece servicios de mensajería y llamada gratis, redes sociales (de ahí que se diga que WeChat es Facebook, Instagram, Skype, Uber y Amazon, a la vez), un sistema de pago online, entre otras muchas cosas.

Lo cual nos lleva a pensar en la cantidad ingente de datos que maneja la aplicación y despierta en consecuencia una cierta inquietud. Si podemos gestionar tantos elementos mediante una única aplicación (datos personales, cuentas bancarias, perfiles de consumo, imágenes, geolocalización…), todo ello dentro del mismo sistema, es necesario plantearse dónde y cómo se almacena toda esa información por parte de WeChat.

A priori, la aplicación ofrece la posibilidad de diseñar a medida nuestra política de privacidad, pudiendo autorizar o no lo que queramos hacer con nuestra información, así como lo que terceros pueden hacer con ella. Sin embargo, lo cierto es que la inmensa mayoría de los usuarios utilizan la aplicación sin haber siquiera echado una ojeada a las políticas de privacidad y condiciones de uso (como por otra parte ocurre con la inmensa mayoría de aplicaciones y páginas web).

La gran cuestión que se planea sobre WeChat es si cuenta con mayor o menor impacto en la privacidad de nuestra información con respecto a otras aplicaciones similares.

En primer lugar, tenemos como aspecto positivo la opción que WeChat ofrece a los usuarios (también ofertada por Line y Telegram, no así por WhatsApp) respecto de la privacidad sobre el número de teléfono, puesto que el mismo no es visible para terceros, de tal forma que dependerá de cada usuario con quién quiera entablar contacto y con quién no. La aplicación requiere de la autorización previa para que alguien pueda contactar con una persona.

En segundo lugar, podemos destacar la falta de información acerca de la conectividad del usuario. A diferencia de WhatsApp, WeChat no ofrece dato alguno acerca de si han recibido nuestro mensaje, lo han leído ni desde luego a qué hora se ha conectado nuestro interlocutor. Es cierto que WhatsApp va avanzando también en la privacidad de dicha información, pero todavía está lejos de la ofrecida por su competencia china.

Como aspectos negativos de WeChat podríamos señalar el procesamiento de los datos de ubicación de los usuarios, que sí recaba sin que podamos eliminarlo en la política de privacidad y con independencia de si el servicio elegido es People Nearby o no.

Otro elemento a tener en cuenta es el veto por parte del Gobierno chino al empleo en el chat de determinadas palabras, frases, imágenes o expresiones que han sido previamente censuradas. Esto, unido a la falta de confirmación de lectura de los mensajes, hace que si intentas enviar un contenido previamente censurado no sólo tu destinatario nunca lo recibirá (algo que nunca lo sabrás desde la aplicación) sino que además él nunca sabrá que lo has intentado.

Y al hilo de ésto, no podemos obviar la existencia de multitud de artículos en prensa, blogs y medios criticando a WeChat básicamente por el papel intervencionista que sobre la misma ejerce el Gobierno chino. Fue el propio ejecutivo quien reveló la inestimable “ayuda” que la aplicación le había ofrecido recuperando una serie de mensajes de usuarios que permitieron incriminarles por la comisión de presuntos delitos. Una actuación que en el marco de una democracia nos parecería razonable, habida cuenta de la existencia de un poder judicial independiente y un proceso imparcial, pero que en un régimen autoritario es motivo de preocupación. Bien es cierto que en democracias occidentales podemos encontrarnos ante abusos por parte de los Gobiernos de turno solicitando ayuda a los gigantes tecnológicos bajo la excusa de la seguridad nacional, que luego realmente no responden a dichos intereses, pero al menos en el proceso hay luz y taquígrafos.

A modo de conclusión, es difícil comparar WeChat con otras aplicaciones en términos de privacidad, y más en un mundo donde todos aceptamos políticas de privacidad sin tan siquiera echarle una ojeada a las mismas. Como todas las aplicaciones tiene sus ventajas e inconvenientes, pros y contras, si bien obviamente el principal obstáculo al que se enfrenta para su comercialización masiva en occidente es el intervencionismo del gobierno chino y las pocas garantías de transparencia que ofrece.

Conscientes de dicho problema, estamos ante una buena aplicación que no solo es recomendable utilizar por parte de las empresas navarras que quieran trabajar en China, sino que es sencillamente obligatorio.