Sala de Prensa

12 septiembre, 2017

«Las guerras abiertas entre la tradicional y la nueva economía», noticia publicada en Valencia Plaza con la opinión de Alejandro Touriño, socio director de ECIJA.

Lo primero que cree necesario Alejandro Touriño es aclarar conceptos. “Las cosas o son legales o van contra Derecho. Luego ya, al margen, puede darse la existencia de lagunas jurídicas cuando no hay reglamentación legislativa de una materia concreta porque la evolución de la sociedad se anticipa a la ley. Es normal que así sea”. Valga la aclaración de Touriño, socio director de Ecija Abogados en Madrid y responsable del área de Information Technology de la firma, para hablar de los nuevos modelos de negocio disruptivos que nadan en ese vacío jurídico y que algunos interesados sitúan en la órbita de la ilegalidad.

Las acusaciones surgen generalmente a raíz de las fricciones que ocasiona el conflicto  de intereses entre los modelos tradicionales y los nuevos. Es el caso del sector del taxi con servicios como los de Uber o Cabify  los hoteles con Airbnb. “Decir que estos negocios son ilegales es decir mucho. Lo que sí puede ponerse en duda son determinadas actitudes conforme a la legislación vigente” declara Touriño, una duda que, por cierto, tanto cabe en los nuevos como en los convencionales.

Los mencionados no son los únicos casos de modelos de negocio que parecen moverse en un limbo legal. Sospechosas resultan también a Andreu Cruañas, presidente de la patronal de Empresas de Trabajo Temporal y Agencias de Empleo, Asempleo, prácticas como las que rigen en algunas soluciones de delivery, con servicios de reparto en los que obligan a los profesionales independientes a lucir un distintivo de la empresa en los vehículos de su propiedad. “Yo entiendo que si les obligan a llevar cualquier identificador de la empresa que les manda, aunque sea en un cajetín, el trato debe considerarse más de empleado que de trabajador autónomo”, decía Cruañas.

Recordar, también, que de Asempleo partió la denuncia a las que catalogan como ‘plataformas de facturación’ en referencia a determinadas Cooperativas de Trabajo Asociado, tipo Factoo. Además de acusarlas de desnaturalizar la función de las cooperativas y vulnerar los derechos de los trabajadores, lamentaban la circunstancia de que “algunas de estas plataformas, podrían estar suplantando la figura de las Empresas de Trabajo Temporal, únicas autorizadas en nuestro país para poner trabajadores a disposición de las empresas con carácter temporal y sometidas a un estricto régimen de control e inspección”. Esa desigualdad en el trato legal es la queja muchos.

Pero de opacidad se tildan, igualmente, el uso de la criptomoneda o monedas virtuales, prohibidas en algunos países, la explotación económica de los bienes compartidos, el uso de la inteligencia artificial, los negocios digitales que generan ingresos pasivos que nadie controla…y otras muchas alternativas alentadas en su momento por la crisis y la destrucción de millones de puestos de trabajo. Mejor poco y mal que nada, se pensaba entonces.

¿Quién gana?

Es ahora, que se empieza a hablar de recuperación, cuando los sectores tradicionales claman por normalizar la situación y recuperar los patrones alterados, ignorando que también las formas de consumo han cambiado. Difícilmente van a recuperar su statu quo determinados servicios que compiten con otros nuevos de mayor calidad y menor coste. Puede que las reclamaciones acaben con algunas empresas en conflicto, pero vendrá otra que lo hará mejor, porque habrá aprendido de los errores del pionero, y se quedará. “Hoy no existiría spotify si no hubiese habido antes intentos similares que acabaron fracasando por las múltiples denuncias de descargas ilegales. Al final, es la sociedad la que demanda las cosas”, recuerda Touriño.

También Francisco Rodríguez, connector de OuiShare, emprendedor y experto en economía colaborativa, entiende que es el consumidor quien tiene la última palabra. “Yo creo que debe ganar el interés general, no los intereses particulares”, es lo que afirma. En su opinión, más que el enfrentamiento, los modelos que se sienten amenazados deberían procurar similitudes y alianzas. “El problema radica en que muchos se aferran al inmovilismo, en lugar de proponer fórmulas más creativas, un salto cualitativo que sorprenda a la competencia y satisfaga a la sociedad actual”. Entiende también Francisco Rodríguez que buena culpa de las tensiones se debe a los mercados hiperregulados durante muchos años, lo mismo que ahora pone en aprietos a las Administraciones públicas.

¿Y quién cura esto? “El tiempo y el sentido común” es la respuesta que ofrece Alejandro Touriño, aludiendo al principio de Jurisprudencia en el antiguo Derecho romano. Ello no exime a las autoridades de la responsabilidad de procurar una seguridad jurídica. “Primero pasan las cosas y luego hay que regularlas, el problema es que a veces tarda demasiado. Mientras tanto, todo es discutible. Hay que escuchar la opinión de todos y tratar de buscar el consenso. Aunque suene populista, yo diría que al final el que gana es el pueblo”.

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