Este artículo fue publicado por Economist & Jurist.
La abogacía no es ajena a las dinámicas sociales. Por ello, y ahora más que nunca, nosotros los letrados y el resto de la sociedad estamos interesados en conocer cuál es la situación actual de la mujer dentro de la abogacía.
Preguntamos a Cristina Llop, Socia en ECIJA de de las áreas Dispute Resolution y Litigation de la Firma y cuenta con más de quince años de experiencia en el asesoramiento jurídico en dichas áreas de práctica. Ex presidenta de CEAJ, consejera del Consejo General de la Abogacia Española y vicesecretaria de comunicacion y marketing del CGAE. Con anterioridad a su incorporación a ECIJA, dirigía el despacho Llop & Velasco.
P.-¿Cómo has visto la evolución de la mujer abogada en el sector legal desde que comenzaste tu carrera profesional?
La evolución ha sido clarísima, en sintonía con el resto de las profesiones y con el avance de la propia sociedad. La presencia de mujeres en el ámbito profesional se ha consolidado, reclamando poco a poco, de manera constante, su espacio en un sector que era eminentemente masculino.
Recuerdo que, cuando empecé, mis compañeros de despacho eran todo hombres y de mayor edad que la mía, y los clientes cuando entraban me tomaban por la secretaria o la pasante. Tenías que demostrar con mayor ahínco tu capacidad y estatus para tener la misma consideración que tus compañeros masculinos.
“La presencia de mujeres en el ámbito profesional se ha consolidado”
Creo que esos convencionalismos se han ido superando, aunque sigan existiendo trabas educacionales y de concienciación.
Se han puesto sobre la mesa el problema, se ha manifestado sin complejos y, sobre todo, se ha definido para poder buscar soluciones. Y eso es un gran paso en la evolución de nuestro papel en el sector.
P.- ¿Qué factores crees que han hecho que mejore el papel de la mujer en el sector legal?
Si bien no podemos generalizar, lo cierto es que el abrumador acceso de la mujer al sector legal constata su tenacidad y capacidad de sacrificio como sexo.
No digo que los hombres no gocen de esas cualidades, pero la historia les ha dotado durante siglos de una posición más privilegiada a la hora de acceder a trabajos cualificados.
Debemos, por tanto, hablar de factores innatos a nuestra condición, más que de factores externos que hayan ayudado a ese cambio.
“Debemos, por tanto, hablar de factores innatos a nuestra condición”
La Ley de Igualdad de 2007 sin duda, si bien no propuso soluciones reales para el problema, ayudó a visualizar la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral, y abrió un debate no abordado hasta entonces de manera formal y global.
El problema dejó de ser nuestro, de las mujeres, para ser asumido como sociedad implicando a uno y otro sexo. Dejó de ser objeto de comentario en cafés, para materializarse como una cuestión a abordar de manera seria y consecuente.
P.- ¿Crees que todavía queda mucho para que se alcance una igualdad total?
Todavía queda mucho por hacer. Las mujeres estamos destacando de forma significativa en aquellas profesiones donde se accede y promociona por criterios objetivos, como ocurre por ejemplo con la función pública y las oposiciones. Así, la presencia de la mujer es cada vez más relevante en la judicatura, notaría, registros… y aunque no ocupa todavía los puestos de máxima responsabilidad en esas áreas, es cuestión de tiempo. Sin embargo, los números deben mejorar en trabajos donde existen otros criterios de valoración diferentes. En los despachos, por ejemplo, pese al gran número de abogadas colegiadas nos encontramos con solo un 16% de mujeres socias de grandes firmas.
“La situación de la mujer no se arregla tanto con políticas de discriminación positiva”
Por ello, tenemos mucho camino por delante. En el ámbito regulatorio, deben abordarse reformas legislativas que hagan que a la empresa le salga económicamente igual contratar a un hombre que a una mujer. Y en el ámbito educacional, debemos luchar, primero, contra un reparto de tareas familiares preestablecido en función de los sexos, y segundo, contra un prejuicio previo que sigue existiendo cual es que a la mujer se le presume que va a sacrificar su vida profesional antes que la familiar.
La situación de la mujer no se arregla tanto con políticas de discriminación positiva, sino con políticas que coloquen a los dos jugadores en las mismas condiciones en el puesto de salida. Y la mujer ahora sale con desventaja.