Sala de Prensa

20 diciembre, 2016

«Peligro: juguetes conectados: juguetes conectados», artículo de Ignacio González de Aledo, abogado de ECIJA, para Bez Diario.

Llega la Navidad y, con ella, la venta masiva de juguetes. Pero Papá Noel ya no trae bicicletas ni ositos de peluche. La tecnología también ha llegado al mundo de los más pequeños y lo que hace unos años era un simple muñeco con el que entretener a los benjamines de la casa, hoy es un artilugio tecnológico capaz de interactuar con ellos y, lo que es peor, obtener todo tipo de información.

Es muy fácil leer en estos días noticias relacionadas con los peligros que entrañan estos nuevos juguetes tecnológicos. Pero nos quedamos cortos. Robots inteligentes, drones, tablets, videoconsolas o simples muñecos capaces de contactarse a internet. Con un simple vistazo a cualquier catálogo de Navidad de unos grandes almacenes, podemos ver cómo este tipo de juguetes han pasado a ser los preferidos por los más pequeños de la casa.  ¿Ponemos realmente en peligro la privacidad de los menores o se está exagerando el asunto? Juzguen ustedes mismos.

Barbie ya no es lo que era. La muñeca por excelencia está a punto de cumplir 60 años de vida y, lejos de convertirse en un “juguete roto”, sus creadores decidieron adaptarse a los tiempos y lanzar, durante las pasadas navidades, una Barbie capaz de “hablar” con los niños y grabar las conversaciones mantenidas con ellos. La polémica en Estados Unidos estaba servida. Pero este no es el único ejemplo. Con un simple vistazo a la página web de unos grandes almacenes españoles, nos encontramos, por ejemplo, con un perro de juguete capaz de hablar e interactuar con los niños. “Reconoce la voz del niño y obedece órdenes”, reza su anuncio.

Recordemos que la voz y la imagen son datos de carácter personal. Y recordemos también que el tratamiento de datos personales de menores de 14 años, según la ley española, requiere el consentimiento de los padres. ¿Qué ocurre, entonces, si un niño habla con el perro de juguete que le acaba de regalar Papá Noel, y esta conversación es grabada por la empresa fabricante del muñeco? ¿O si la tablet que le han regalado los Reyes Magos permite hacer fotos que son guardadas por la compañía que la vende? Mejor formulamos la pregunta de otra manera: ¿Queremos que una empresa tenga grabadas miles de conversaciones o de imágenes de nuestros hijos?

Parece evidente que, sin perjuicio de la responsabilidad de las empresas fabricantes de este tipo de juguetes, los padres son los grandes responsables del control y supervisión del uso que sus hijos hacen de los mismos. No se trata, en cualquier caso, de no comprar estos juguetes o de no permitir que nuestros hijos los utilicen. Se trata de informarse. De saber qué datos se van a obtener de los niños y para qué se van a utilizar. No queremos niños que no puedan conectarse a internet o utilizar productos tecnológicos. Pero sí queremos que lo hagan de manera segura y controlada. Y, ojo, que el hecho de ser nativos digitales capaces de manejar cualquier artilugio tecnológico con facilidad no los convierte en adultos conscientes de los peligros de la red.

Consciente de los peligros en materia de privacidad que entrañan, no sólo para los menores, los juguetes tecnológicos, la Agencia Española de Protección de datos ha  preparado un decálogo con consejos prácticos de privacidad y seguridad en dispositivos conectados. Y precisamente hace alusión la AEPD a los padres: a su obligación de comprobar si los juguetes pueden captar la voz o la imagen de los menores y de informarse sobre el uso y el destino que se dará a la información facilitada por sus hijos cuando los utilicen.

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