Expansión recoge la opinión de Cristina Villasante, socia de ECIJA.

Cuando Victoria Beckham bajó de los escenarios tenía claro que en el mundo de la moda estaba su futuro. Colecciones de ropa y productos de cosmética han marcado su trayectoria profesional desde que abandonara las Spice Girls, el grupo musical con el que triunfó a finales de 1990.

Pero en su voluntad por crear un imperio empresarial vinculado a su nombre, la excantante se ha encontrado con gigantes que le han puesto las cosas muy difíciles. Desde otoño de 2018, Beckham ha luchado en los tribunales por manejar en exclusiva las iniciales que forman su nombre para sus productos de cosmética. Sin embargo, el pasado mes de mayo, el Tribunal del Circuito Federal de Australia (TCFA) dictó una resolución por la cual desestima la oposición que la ex de Spice Girls hizo a la solicitud del registro de la marca VB que había hecho Skinlab, un gigante de productos de belleza con sede en Sydney.

El abogado de Victoria Beckham, del bufete Media Arts Lawyers, cuyo nombre no figura en la sentencia, argumentó que las cremas VB Skinlab, con treinta años de tradición en Australia, probablemente causen confusión entre los consumidores. La empresa de su representada opera bajo la marca denominativa VB en los negocios de la moda, accesorios y cosméticos en todo el mundo, incluso en Australia.

Sin embargo, el tribunal consideró que, “aunque la marca de Victoria Beckham y las solicitantes incluyen el vocablo VB y se dedicaban a la comercialización de los mismos bienes –productos cosméticos–, no había similitudes suficientes entre ambas al compararlas visualmente y al tener en cuenta otros elementos que las cremas de la excantante añadían”, asegura Cristina Villasante, socia de ECIJA. La sentencia era bastante esclarecedora al considerar que Beckham no tenía una reputación tan reconocida en Australia como para manejar en exclusividad esta marca. “Se trata de una persona de Reino Unido, más conocida en el campo de la música y la moda que en la cosmética”.