“El futuro de la profesión apunta a ser mayoritariamente femenino y no podemos afirmar que hay más hombres exitosos en la profesión porque seamos mayoría…”
Un par de años atrás tuve una llamada introductoria del equipo de mi despacho en una capital de América Latina a una empresa multinacional que requería asistencia allí. Participábamos cuatro socios del despacho de aquel país, la directora legal para LATAM del cliente potencial y yo, como responsable de la región. Mis socios hicieron una buena presentación de su experiencia, del equipo, en fin, las credenciales comunes en ese tipo de situaciones. Cuando terminaron, la directora legal lo primero que preguntó fue cuántas mujeres socias había en ese país. No teníamos ninguna. La segunda pregunta fue por qué no las teníamos. Uno de mis socios resaltó que, si bien no teníamos socias aún, teníamos más asociadas que asociados, por lo que nuestro talento era mayoritariamente femenino. La respuesta fue que con más razón deberíamos tener socias. Aún no las tenemos allí y no, no fuimos contratados. No sé si este hecho influyó en la selección o no, y lo importante no es eso, sino que la incomodidad que sentí en esa llamada fue necesaria para enfrentarme con el techo de cristal que existe dentro de mi misma organización, en donde auténticamente nos tomamos la diversidad muy en serio.
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