Sala de Prensa

14 enero, 2020

Esta noticia fue publicada por Expansión. Se recoge la opinión de Franz Ruz, socio del área de Propiedad Intelectual de ECIJA.


La mayor parte de los músicos han tenido algún encontronazo legal con su discográfica a lo largo de su carrera: Michael Jackson, por la falta de promoción de un disco; Johnny Cash, por poca rentabilidad económica del artista; o Dr. Dre, por los derechos de la venta digital de su disco. Estos son algunos ejemplos, aunque existen muchos. Sin embargo, el más conocido y polémico actualmente es el que tiene Taylor Swift con su antigua discográfica.

La estadounidense publicó sus primeros seis discos con Big Machine Records, sello que fue adquirido por Ithaca Holding en junio de 2019 y que heredó los derechos sobre las grabaciones originales de Swift. La artista ha asegurado que esta compañía le ha quitado todos los derechos sobre sus canciones y le impide que las interprete en directo o que las utilice en un documental sobre su carrera.

Franz Ruz, socio de propiedad intelectual de Ecija, añade que la nueva propietaria de esos derechos no le puede impedir su interpretación en directo o solicitar que pague ningún tipo de licencia, “dado que la discográfica únicamente tiene autoridad sobre la grabación, no sobre la ejecución en directo”.

Sobre cómo recuperar los derechos de reproducción y acabar con un acuerdo injusto, “se puede acudir a los tribunales si se considera el contrato leonino o, por ejemplo, por una inadecuada liquidación de royalties”, concluye Ruz.

Para Franz Ruz, podría plantearse una suerte de código moral en el futuro “a través de un acuerdo sectorial entre músicos y discográficas; no obstante, es difícil dado el desequilibrio entre las partes negociadoras, donde el sello suele ser más fuerte y el músico primerizo tiene el ímpetu por alcanzar un acuerdo discográfico”.